COSTUMBRES DE LOS QUECHUAS
Cuando nacía un niño, el padre lo llevaba al arroyo más cercano para bañarlo. Los padres ayunaban varios días y oraban junto al santuario para que la suerte acompañara al hijo.
Después del baño, la madre lo envolvía en mantas de lana bien angostas y fijaba dos tablas en la cabeza, para que tomara forma alargada; esto caracterizaba a la tribu.
Cuando los días de fiestas la familia iba al mercado, los niños llevaban una gorra de lana, con el dibujo que lo caracterizaba, para facilitar el control a los funcionarios del Estado. Viajar era algo controlado por el Imperio, y los movimientos de las gentes sencillas eran vigilados muy de cerca.
A los seis años, el niño tomaba un padrino que era un miembro del Consejo de Ancianos, quien cumplía la ceremonia del corte del cabello y de las uñas. Le daba un nombre, escogido por sus padres. A partir de ese momento, el niño estaba listo para trabajar y ganarse la vida.
LA EDUCACIÓN
Cada niño recibía la educación adecuada a su nivel social. Para poder usar las orejeras, que les daba rango y autoridad, debía estudiar durante 4 años en la escuela.
El primer año estudiaba la lengua quechua. La gramática de esta lengua era difícil, ya que las pequeñas diferencias de entonación dan significados distintos, no sólo a las palabras, sino a las frases completas.
Se daba educación religiosa en el segundo año de estudio, que se basaba en la leyenda sobre los orígenes de los Incas, el culto al sol y los dioses secundarios.
En el tercer año se les enseñaba a manejar el quipu, que eran cuerdas anudadas, que indicaban números y recogían la información de los sucesos en cada reinado del Sapa Inca.
En el cuarto año aprendían la historia del Imperio. Se les inculcaba normas morales.
HERENCIA CULTURAL
Los incas heredaron a la América un ejemplo de administración, aplicación de justicia y organización comunitaria, que aún hoy asombra al mundo.
Los incas lograron derrotar al hambre y la angustia del mañana, gracias a su excelente organización y disciplina en el trabajo. Cuentan los cronistas españoles que al invadir el imperio de los incas no encontraron ladrones, ni hombres viciosos u holgazanes, ni mujeres adúlteras, y los hombres tenían trabajos provechosos y honestos.
Cada uno tenía lo que merecía y le correspondía, de acuerdo a las leyes del imperio. El respeto a la autoridad y a sus semejantes era una norma de conducta.
LOS INVASORES
Los conquistadores en su afán de saciar su sed de oro y plata destruyeron esta gran cultura. En arquitectura, sus construcciones causaban admiración por su tamaño, belleza y resistencia. En medicina preventiva utilizaron diferentes hierbas curativas; fueron cirujanos expertos. En el museo de Lima se exhiben cráneo trepanados, algunos con varios orificios, lo que indica que fueron varias veces sometidos a la trepanación. Recubrían las trepanaciones con placas de oro y plata. Luego de la operación recubrían las heridas con algodón para evitar la infección.
Sin embargo, la avaricia y la ignorancia que impulsa a toda conquista que haga la humanidad, destruyó conocimientos valiosísimos que hubieran producido grandes beneficios a la humanidad.
DATOS CURIOSOS
* Adoraban al Sol, por eso los sacerdotes eran buenos astrónomos, tenían muchos conocimientos del Sol, de los astros y los planetas. En Cuzco, el templo dedicado al Sol estaba recubierto de oro. Decían que el oro se había formado con lágrimas del Sol.
* El emperador llamado Inca, había almacenado una fabulosa cantidad de oro. Cuentan las crónicas, que una vez al año, el Inca se cubría el cuerpo con polvo de oro y entraba a lavarse en las aguas del lago Titicaca, en donde el oro se perdía en las profundidades.
* También cuentan, que la plaza ubicada en el centro del Cuzco estaba cercada por una cadena gruesa de oro, y que al llegar los españoles, los aborígenes la arrojaron al lago para que no se apoderaran de ella.
* Cuando Pizarro llegó a Cuzco hizo prisionero al Inca, éste le ofreció dar un rescate a cambio de su libertad. Estiró el brazo tanto como pudo y trazó una marca en la pared de su celda, diciendo que la llenaría hasta allí de oro y plata. Pizarro aceptó la oferta y el cuarto se llenó de riquezas. Pero, tan pronto como obtuvo el rescate, mandó a matar al valeroso Atahualpa, el último Inca. Con él murió una de las más grandes y originales culturas de América.
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